24 jun 2008

Resumen de P. Meirieu

Resumen: síntesis de las principales ideas y aportaciones del autor

Carta a un joven profesor- Por qué enseñar hoy- Philippe Meirieu

La idea del texto es la preocupación por comprender lo que está en juego en lo más mínimo del acto de enseñar. La búsqueda de “algo” es lo que da sentido al proyecto de enseñar.
Trata acerca de las diferentes características de un profesor, que con una especie de pasión, éste se dedica a enseñar. Enmarcado en un “acto pedagógico”: la armonía se logra espontáneamente, la corriente fluye y se produce la transmisión; tanto los profesores como los alumnos conforman la clase. “El saber ocupa por completo las palabras que se intercambian…”, por lo tanto el maestro encuentra placer en enseñar, como el alumno en aprender, se requiere del esfuerzo y los logros de ambos.
El autor divide en 7 capítulos el libro, el 1º se llama: “entre el amor a los alumnos y el amor al saber, no tenemos por qué elegir”. El profesor de primaria nos lleva a una relación especial con la infancia, formada de paciencia y solicitud, mientras que el profesor de secundaria, recuerda una relación privilegiada con el saber erudito, formada de impaciencia y rectitud. Tanto en primaria como en secundaria, los contenidos son exigentes y una competencia pedagógica indispensable. El profesor debe permitir a cada alumno abordar un saber que le sobrepasa y proporcionarle la ayuda necesaria para que lo interiorice. También debe solicitar el compromiso de la persona y poner a su disposición los recursos sin los cuales no podrá obtener buenos resultados en su aprendizaje. En cada aprendizaje, el alumno se enfrenta a algo que lo supera. Las capacidades mentales que permite crear, exige un esfuerzo personal que involucra a toda la persona. Aprender es precisamente, nacer a otra cosa, descubrir mundos que desconocíamos. Aprender, sentirse desestabilizado y necesitar, puntos de referencia.
El 2º capítulo, titulado: “Enseñamos para que los demás vivan la alegría de nuestros propios descubrimientos”, dice: no es de sorprender que consideremos nuestra labor como un medio de hacer vivir a los demás la alegría de descubrir lo que nosotros mismos hemos vivido. Ante todo, seguir siendo profesor… hasta lo más alto de la jerarquía. Para que nadie olvide de dónde emana y dónde puede regenerarse continuamente el proyecto de enseñar.
Capítulo 3º: “Nuestro proyecto de transmisión no puede conciliarse con las presiones sociales que sufre la escuela”: la profesionalización necesaria del cuerpo docente. La institución quiere democratizar el acto pedagógico… habla acerca de diferentes autores pedagógicos que son siempre los que han cargado con los “ineducables” los que inventan los métodos pedagógicos más originales. Claparède preconiza la “escuela a medida”, construida a partir del diagnóstico previo de las capacidades de los alumnos; y que permitiría, finalmente, a cada niño, según Piaget, “construirse su propio saber”.
El proyecto de hacer posible el surgimiento de una verdadera democracia “ofreciendo a todos los alumnos los medios para comprender el mundo y ocupar un lugar en él”. El problema surge, dice el autor, cuando un proyecto educativo se engrana según la demanda social y las reformas se precipitan sin horizonte político preciso. Hubo un frenesí reformador: instauración de la escuela única en 1975, renovación de los colegios y los institutos en 1981, ley de orientación que implanta los ciclos en la escuela primaria en 1989 y, creación de multitud de ramas y clases especializadas; esto conlleva a una escuela que inventa multitud de dispositivos y acaba por perder de vista el cara a cara pedagógico. Un proyecto puede ser, un contexto para expresar la propia libertad e inventiva. El autor aconseja, que tenéis que adueñaros del proyecto de la escuela o centro de enseñanza para poner en su punto de mira el acto pedagógico. No hay que olvidar nunca que se trata de la transmisión, por tanto, del encuentro con la cultura de los hombres. No hay que perderse en los delirios organizativos, sino que hay que entregarse a proyectos que apoyan nuestro deseo de enseñar y suscitan la voluntad de aprender de los alumnos. Siempre hay que facilitar que todos los alumnos progresen, el seguimiento, la labor individualizada, el codo a codo, son necesarios.
“Queremos ser eficaces de verdad pero no a cualquier precio”, es el 4º capítulo, éste trata acerca de la didáctica, entender cómo funciona la cabeza del alumno para que asimile, lo mejor posible, los conocimientos del programa. Enseñar es organizar situaciones de aprendizaje eficaces. Hay que prestar atención a los conocimientos que se desea transmitir, plantearse y preguntarse, cómo los alumnos podrían asimilarlo. Todo profesor es “docente-investigador”, debe ser un investigador de su propia enseñanza.
“El centro de nuestra profesión: la exigencia”, 5º capítulo. Es el alumno y sólo él, quien aprende y todos los esfuerzos de la escuela deben converger hacia sus aprendizajes. El alumno es el centro del sistema, es un principio que demuestra sentido común en una sociedad laica y democrática que desea transmitir a todos sus hijos los fundamentos de la ciudadanía. El trabajo debe anteceder a la motivación, porque es donde se encuentra la raíz de las dificultades pedagógicas. El profesor debe conjugar al mismo tiempo, la motivación y el trabajo. El esfuerzo de él, consiste en hacer surgir la motivación en el propio movimiento del trabajo; se debe acompañar la evolución de un sujeto para que, halle placer en un trabajo asumido. Lo que cabe es una exigencia recíproca. A partir del momento en que se trabaja con la máxima exigencia, cualquier actividad humana lleva en sí toda la inteligencia humana. La exigencia lo trasciende todo, exigente consigo mismo igual que con los alumnos.
El 6º capítulo “Una preocupación que no tiene por qué ruborizarnos: la disciplina en clase” la disciplina que se enseña y la disciplina que hay que mantener son una misma y única cuestión. Hay que instaurar en la clase, una escucha atenta y crítica. Se debe construir en las clases espacios libres del conjugado y celebrado por todos, del individualismo, el narcisismo y la mediocridad. Producir día a día, poco de auténtica disciplina escolar. El autor explica principios básicos para lograrlo: cuidar el entorno, las consignas, cada uno en su sitio. Le da importancia al trabajo verdadero, indispensable comprometerse, respetar las competencias. La disciplina es el aprendizaje de la escuela.
El 7º llamado: “Sea cual sea nuestro estatus, sean cuales sean nuestras disciplinas de enseñanza, todos somos profesores de escuela”, habla acerca del programa de la escuela, la disciplina principal es la escuela, éste es el marco educativo específico, una institución, impone sus reglas, encarna y crea valores colectivos, entre otras cosas. También trata acerca de la clase, que es un espacio y un tiempo estructurado por un proyecto específico que alía la transmisión de los conocimientos y la formación de los ciudadanos. La escuela debe garantizar a todos, la posibilidad de escapar de cualquier forma de dominio para poder pensar sobre sí mismos.
Aconseja además, que nuestro trabajo consiste en convencer a nuestros alumnos, de que un futuro diferente es posible.
Y por último, el autor incluye unas entrevistas realizadas por una periodista a diferentes futuros profesores, y cada uno cuenta su propia experiencia.

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